La libertad de un niño que tiene la dignidad atada al capricho de unos pocos.
Mis gustos y mis zapatos van en vías iguales, indeseables, imposibles, sucios.
Yo que grito desde el dolor del aire, yo que no le creo a la suerte, yo que te reclamo, que te he visto partir, yo que nada valgo.
Mi pelo, mi cuerpo, mi llanto, todo en una compleja filigrana, en un armazón de oraciones ignoradas, mi libertad, mi hermano, mi sangre, mi país.
En esta ciudad no hay hombres, en esta ciudad las sombras nos separan, los puentes se derrumban y tú, tú sigues los días sin volver a casa, militar de la deshonrada vida, espía de mi desgracia, no habites en mis vacíos, no quemes las torres de mis anhelantes entrañas, que ellas no te olvidan, ellas te reclaman.
Mi niño sin nombres, sin apellidos, mi niño de noches imposibles, mi niño hombre que viene y se queda que viene y me deja.
Los días te suman y tú aún no apareces.
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