![]() |
Photo by Nuberrante |
Ojalá se pudiera
bailar hacía atrás, en un compás infinito para llegar hasta allá, hasta el
encuentro de tus alas sobre el mar. Del pasado eres ángel y tu nombre me
responde cada vez que le escribo, cada vez que tu nombre deja de ser para mí
una triangulación de puntos suspensivos. A veces creo que te has ido para
siempre y que, como todas las veces en estas vidas, hicimos todo mal, también a
veces te veo venir por mí y recogerme al borde del umbral.
Decidí hacer esta
carta porque me he cansado del silencio, del sacrificio de vivir ausente en ti
y de arrojar cada beso a la tormenta. Ninguna bestia merece el olvido sabiendo
que se es la favorita entre los demás. Cada día le grito tu nombre al viento y
al sol y lo único que encuentro es a otros respondiendo por ti, sin lograr
parecerse a eso que formamos, a esa cruz de encuentros por toda la ciudad.
Me prometí la
sinceridad para los dos. Acepté una soledad para poder pensar más en ti, sé que
es difícil creer que me gusta sufrir, pero con esto debo contarte que he
perdido peso, que soy ahora más frágil, que no bebo como antes y que me cuesta
mucho despertarme, tomar el bus y caminar a cualquier lugar. Tu fantasma me
discute por no darte un lugar, mis sábanas y la almohada tienen ahora un uso obsceno
y trivial.
Todavía me atan
los hilos de este pacto, los llevo tejidos en la muñeca izquierda, al lado del
corazón y de tu espíritu que sigue siendo el personaje principal. Seguro eres
ahora un hombre feliz, tratando de recuperar la vida sexual. Jugando con niños,
saludando a sus vecinos y trabajando todo el día por lo mismo, sin poder
anticipar un acto sorpresivo. Yo estoy peor, yo estoy simulando un amor,
simulando el carisma de una niña feliz, yo me imagino tu olvido y trato de no
llorar, yo cuento los días de octubre para verte de nuevo uno, dos, tres,
cuatro, cinco, seis, siete y no me sirve, ocho, nueve, diez, once… ya me cansé.
Comentarios
Publicar un comentario