Ir al contenido principal

Entradas

Ingenuas Palabras

Hace mucho tiempo que convertí las palabras en un no lugar,  l as he visto eso sí,  tan pequeñitas e inquietas sobreviviendo en los charcos. Cada palabra aspira el oxígeno del mundo de forma atrevida, se decanta en el vapor de los autos que vuelven a casa luego de una tarde invernal. No pagan impuestos y tampoco esperan viajar. Existen en esta ciudad, en las estaciones de gasolina donde los motociclistas estiran las piernas y dónde comen las palomas junto a los taxistas. Estas necias palabras volvieron a ser niñas después de tu partida, otra vez tiernas e inseguras. Limosneras del tiempo y ridículamente soñadoras. Pero niñas al fin y al cabo, nadie las toma de la mano y nadie las nutre entre su pecho. Estas palabritas ya no nacen, tampoco mueren, estas palabritas ingenuas esperan por ti.

Cáncer

El Doctor Mur dice que no es momento para una cirugía, que mi cuerpo todavía puede defenderse, que el cáncer está en la fase en la que todavía le falta un solo peldaño para hacerse mortal, dice que coma bien, que no piense en cosas malas, que me ría por todo, que juegue a los naipes, que salga de compras con mis amigas, que viaje al mar, que tenga sexo, eso sí con protección y hasta donde aguantar. Porque el cáncer está ahí, pero tengo que ignorarlo. El cáncer está ahí, es el frío silencioso de la sombra, es el ruidito extraño en la sala a la madrugada, es la sirena que irrumpe el fluir del tráfico para acelerarlo todo un poco más, es tu llamada que aún no llega, es la lágrima que se dibuja sobre todo el cristalino del ojo pero hace lo posible para no alcanzarse a desprender. ¿Cómo ignorar el espacio vacío que dejas? Si ya lo ha ocupado el cáncer.

Caída

Reinier Lensink Tuve un sueño, donde las sábanas caían y caían como estalactitas aquietadas por el invierno en una cueva donde todavía vivían personas. Los demonios seguían dormidos y la gloria de los ángeles del cielo se oía a lo lejos, ningún teléfono era digno de comunicarse con Dios. En el mundo no pasaba nada, las almas seguían sin comprender la soledad y las panzas llenas de los cerdos, acumulaban las palabras como chismes atrapados en un inquilinato. Mientras yo esperaba dormida la oportunidad para despertar y empezar a mover las manos, él volaba sobre el techo como un búho silencioso, fingiendo no existir.

Es Domingo

A las noches como estas deberían acompañarlas los sábados, sería más sencillo velarlas con la música de los bares de al lado. A esta hora, si fuera sábado, tendría rímel en el párpado inferior porque cuando sonrió a veces también lloro y no estaría aquí con el pelo mojado esperando a que se seque para poderme dormir. Si a esta noche la abrazará un sábado olvidaría la rabia y te invitaría a salir, dejaría a las calles enredarnos en sus trampas y no buscaría la manera de querer salir de ti. Pero hoy es domingo y no quiero dañarte el lunes. No te imagino el martes pasando a la cocina, despidiéndote de la nevera y de un miércoles que todavía no aparece, creyendo que al jueves tal vez se me pase el dolor y confiado, porque a mí, todos los viernes, se me da por tomar vino y volver a creer.  No, no es sábado, hoy tal vez sea domingo y yo ya no te quiero ver más aquí.

Las Flores Tristes

  Soy feliz, soy el hada que baila entre las canciones  de las hojas que empuja el viento en forma de aviones. Mírame cerrar los ojos,  yéndome entre las ramitas que se juntan  en las cordilleras de cualquier país.    No puedo bailar ahora,  porque prefiero esperarte quieta  con las piernas como raíces  atadas a la tierra.   Aferrarse es fácil cuando lo único que hay por leer  son las cosas que solo yo sé  y que por más que intente nunca olvidaré.   En mi piel hay lugar para la arruga y la vejez,  pero como si estuviera hecha de nuez,  puedo darle sin tiempo  a las abejas mucha miel.   No te asustes cuando hable  el idioma de un duende fiel,  aprendí a mimar las flores tristes  con caricias de pincel.   Ahora que soy la guardiana  de los sueños donde los pistilos enferman  de tos con tanto amor,  voy a disfrazar la lluvia,  de regadera de sol,  serán rayitos ...

La Otra Casa

El silencio y su interés permanente de ser ruido,  de abrirse camino en lugares imposibles,  donde la maleza crece tapando las veredas, y las brújulas funcionan mientras menos las vean. Mis bolsillos llenos de semillas,  escapando de las costuras y la cárcel de mis manos,  seduciendo a la tierra para hacer la magia del amor que brota,  volviendo este sentir una raíz permanente,  que crece sin discriminar suelo,  aun cuando el temporal no le favorece.   A esta casa nadie llega,  es la última en el rincón del planeta  y, sin embargo, florecen los musgos,  los niños vienen a jugar aquí  y ríen mientras corren detrás de las ovejas  detrás de unas cuantas gallinas de marfil.  Esta casa es verde de día  porque en la noche apaga las luces  sometiendo a nuestros cuerpos  en un sueño íntimo y lento.   Esta casa es vieja y nos queda pequeña Es la casa del encuentro en cada época, Aquí el pacto se firma con l...

Niño Dormido

Alumbra intranquila la luna, con sus mareas de Venus reclamando al zodiaco y una pequeña camiseta oscura se queda guardada sin conocer del astro los rayos. Libre la órbita que te dibuja cada rincón como tu necio encanto como el niño que el vientre de su madre empuja convirtiendo la vida en inagotable llanto.