A las noches como estas deberían acompañarlas los sábados, sería más sencillo velarlas con la música de los bares de al lado.
A esta hora, si fuera sábado, tendría rímel en el párpado inferior porque cuando sonrió a veces también lloro y no estaría aquí con el pelo mojado esperando a que se seque para poderme dormir.
Si a esta noche la abrazará un sábado olvidaría la rabia y te invitaría a salir, dejaría a las calles enredarnos en sus trampas y no buscaría la manera de querer salir de ti.
Pero hoy es domingo y no quiero dañarte el lunes. No te imagino el martes pasando a la cocina, despidiéndote de la nevera y de un miércoles que todavía no aparece, creyendo que al jueves tal vez se me pase el dolor y confiado, porque a mí, todos los viernes, se me da por tomar vino y volver a creer.
No, no es sábado, hoy tal vez sea domingo y yo ya no te quiero ver más aquí.
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