El silencio y su interés permanente de ser ruido,
de abrirse camino en lugares imposibles,
donde la maleza crece tapando las veredas,
y las brújulas funcionan mientras menos las vean.
Mis bolsillos llenos de semillas,
escapando de las costuras y la cárcel de mis manos,
seduciendo a la tierra para hacer la magia del amor que brota,
volviendo este sentir una raíz permanente,
que crece sin discriminar suelo,
aun cuando el temporal no le favorece.
A esta casa nadie llega,
es la última en el rincón del planeta
y, sin embargo, florecen los musgos,
los niños vienen a jugar aquí
y ríen mientras corren detrás de las ovejas
detrás de unas cuantas gallinas de marfil.
Esta casa es verde de día
porque en la noche apaga las luces
sometiendo a nuestros cuerpos
en un sueño íntimo y lento.
Esta casa es vieja y nos queda pequeña
Es la casa del encuentro en cada época,
Aquí el pacto se firma con llanto
Porque la recompensa es vernos bajo el manto.
En esta casa las luciérnagas duermen tranquilas,
aunque la tierra haga cantar su latir
empujando lo que no podemos quitarnos,
el beso que en otros mundos es una guerra
y el anhelo que en otras voces no parece poema.
de abrirse camino en lugares imposibles,
donde la maleza crece tapando las veredas,
y las brújulas funcionan mientras menos las vean.
Mis bolsillos llenos de semillas,
escapando de las costuras y la cárcel de mis manos,
seduciendo a la tierra para hacer la magia del amor que brota,
volviendo este sentir una raíz permanente,
que crece sin discriminar suelo,
aun cuando el temporal no le favorece.
A esta casa nadie llega,
es la última en el rincón del planeta
y, sin embargo, florecen los musgos,
los niños vienen a jugar aquí
y ríen mientras corren detrás de las ovejas
detrás de unas cuantas gallinas de marfil.
Esta casa es verde de día
porque en la noche apaga las luces
sometiendo a nuestros cuerpos
en un sueño íntimo y lento.
Esta casa es vieja y nos queda pequeña
Es la casa del encuentro en cada época,
Aquí el pacto se firma con llanto
Porque la recompensa es vernos bajo el manto.
En esta casa las luciérnagas duermen tranquilas,
aunque la tierra haga cantar su latir
empujando lo que no podemos quitarnos,
el beso que en otros mundos es una guerra
y el anhelo que en otras voces no parece poema.
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