Hoy apenas a pasado un día, desde que decidí, dejar a un lado la rabia y la impotencia. Hoy se cumple un día de haberme sentado en tus piernas y haber decidido volver a ti, sin escrúpulo alguno y sin derrota armada. seguramente habrán muchos que piensan que no tengo una conciencia limpia, pero al menos yo puedo suponer que trato de mantener algunos de sus rincones bien aseados.
Eso si, creo que no he dejado ir el temor de volverme a equivocar. Siento que hay una trampa aun sin ejecutar. sueño lo peor y no entiendo por que aun con la argolla puesta siento mi mano liviana y poco acostumbrada al rol de una mujer casada.
Sé que no ha pasado mucho tiempo, pero para mi el derecho es sentirse como esa joven de 18 años, que acaba de enamorarse en un café, apenas con un beso y una caricia. Quisiera improvisar al menos las dichosas mariposas en el estomago o esa risa espontanea que sale cuando la mirada se esparce hacia la derecha y no se detiene en objeto alguno.
Siento que pretendo más de lo debido, siento que espero algo que no va a allegar y tengo miedo de estar castigándome con la absurda Pre-ocupación y la inicua Pre-disposición. Pero no puedo hacer más, cuando lo único que pedí en estos días de ayuno, fue ese retornar de las oportunidades dadas con el más dulce e intenso sacrificio.
Ahora desprendida de uno que otro detalle que por el afán de amar no reclame, creo ceñirme perfectamente a ese ultimo minuto en el que las cosas deben seguir su curso. Trato de hacer tan obvio lo mio y tan mio lo tuyo, que veo llegar la hora de una nueva batalla. Dame eso que tienes ahí, no lo vuelvas inalcanzable, no me ahogues de nuevo en un ruido desesperado de tejados tocados por la agresividad de la tormenta.
Me arruina la incertidumbre, la vergüenza ajena que depositaste en mi y la falta de credulidad. Déjame decirte en esta nueva carta, que aun no me convence tu esperanza. Allá estas muy bien y yo acá aun con mi soledad a la que con los días me acostumbro, siento que puedo estar mejor. y qué tal si juntos estallamos de nuevo y nos vemos obligados a la pena de existir para el mundo y no para los dos. Y si olvidas lo de ayer y si me dejas otra vez.
No puedo entender y mucho menos pretender que seas tu quién después de robarme la vida, puedas darme la eternidad. El frío hace de las suyas a esta hora, odio sentir que nada está ahí dispuesto a dar calor, odio verme en medio de una soledad que me has dejado como castigo por no suponer que eres el hombre perfecto, y yo que hice de mis años de juventud un altar al sacrificio para que vivas en el.
Al menos llévate mis pesadillas, esas en las que no estoy yo, esas en las que eres tu quién se roba el protagonismo y en las que los fantasmas del ayer sonríen en mi contra. Llévate mi dolor y tráelo cuando decidas quemarlo conmigo. Déjame apenas tu aroma, ese que dejas en mi cada vez que creces y creces y te prolongas. Déjame tu rostro empapado en duelo y placer, déjame tus manos que son más de dos cuando las concentras en mi piel, déjame tu voz que se hace silencio cuando solo quieres durar ahí, en ese espacio oscuro, húmedo y eterno... Llévate las ciruelas de mis días más femeninos y recuerda que en todo lo vivo y en todo lo muerto también estoy yo.
Eso si, creo que no he dejado ir el temor de volverme a equivocar. Siento que hay una trampa aun sin ejecutar. sueño lo peor y no entiendo por que aun con la argolla puesta siento mi mano liviana y poco acostumbrada al rol de una mujer casada.
Sé que no ha pasado mucho tiempo, pero para mi el derecho es sentirse como esa joven de 18 años, que acaba de enamorarse en un café, apenas con un beso y una caricia. Quisiera improvisar al menos las dichosas mariposas en el estomago o esa risa espontanea que sale cuando la mirada se esparce hacia la derecha y no se detiene en objeto alguno.
Siento que pretendo más de lo debido, siento que espero algo que no va a allegar y tengo miedo de estar castigándome con la absurda Pre-ocupación y la inicua Pre-disposición. Pero no puedo hacer más, cuando lo único que pedí en estos días de ayuno, fue ese retornar de las oportunidades dadas con el más dulce e intenso sacrificio.
Ahora desprendida de uno que otro detalle que por el afán de amar no reclame, creo ceñirme perfectamente a ese ultimo minuto en el que las cosas deben seguir su curso. Trato de hacer tan obvio lo mio y tan mio lo tuyo, que veo llegar la hora de una nueva batalla. Dame eso que tienes ahí, no lo vuelvas inalcanzable, no me ahogues de nuevo en un ruido desesperado de tejados tocados por la agresividad de la tormenta.
Me arruina la incertidumbre, la vergüenza ajena que depositaste en mi y la falta de credulidad. Déjame decirte en esta nueva carta, que aun no me convence tu esperanza. Allá estas muy bien y yo acá aun con mi soledad a la que con los días me acostumbro, siento que puedo estar mejor. y qué tal si juntos estallamos de nuevo y nos vemos obligados a la pena de existir para el mundo y no para los dos. Y si olvidas lo de ayer y si me dejas otra vez.
No puedo entender y mucho menos pretender que seas tu quién después de robarme la vida, puedas darme la eternidad. El frío hace de las suyas a esta hora, odio sentir que nada está ahí dispuesto a dar calor, odio verme en medio de una soledad que me has dejado como castigo por no suponer que eres el hombre perfecto, y yo que hice de mis años de juventud un altar al sacrificio para que vivas en el.
Al menos llévate mis pesadillas, esas en las que no estoy yo, esas en las que eres tu quién se roba el protagonismo y en las que los fantasmas del ayer sonríen en mi contra. Llévate mi dolor y tráelo cuando decidas quemarlo conmigo. Déjame apenas tu aroma, ese que dejas en mi cada vez que creces y creces y te prolongas. Déjame tu rostro empapado en duelo y placer, déjame tus manos que son más de dos cuando las concentras en mi piel, déjame tu voz que se hace silencio cuando solo quieres durar ahí, en ese espacio oscuro, húmedo y eterno... Llévate las ciruelas de mis días más femeninos y recuerda que en todo lo vivo y en todo lo muerto también estoy yo.
Esa risa espontanea que sale cuando la mirada se esparce hacia la derecha y no se detiene en objeto alguno.
ResponderEliminarSimplemente me encató!