
Traté de dormir, tuve muchas pesadillas, me sentí abandonada
en el lecho donde alguna vez fui amada o mejor debo decir aprovechada. ¡Ay, orfandad!
Me siento sin la más mínima intención de moverme o desplazarme a algún sitio
así sea por solo sacarme el clavito. Tengo angustia y soledad sobre mí.
Y lo peor es que éste aviso no te desvió del abismo. No dices
nada y realmente no quieres nada. Mientras yo ya no puedo más y ya no se qué
hacer con todo lo que vendrá. Cómo puedo entender esto que acaba de pasar. Sigo
sumergida en la manifestación de desasosiego que más fácil desarrolla una
persona como yo, el llanto.
Sigo sentada esperando y es que desde que te vi no hice más
que esperar por tu lealtad. Ahora es el momento de recordar todo aquello por lo
que deje mi mejor destino. Vuelve a mí y nunca más te vayas. Déjame decirte por
última vez que sin haberme ido ya te extraño.
Comentarios
Publicar un comentario