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08/09/2013

Ya sé que no has vuelto a querer leerme. Ahora, no sé si alguna vez lo hiciste. Hoy con el frió que me rompe los huesos y la lluvia que camufla mi llanto, se que ya es hora de partir definitivamente. Mi alma me reclama con ira, porqué sigo sentada aquí. Me están abandonando los latidos del corazón y solo puedo apenas decir adiós.
Hoy más que nunca me declaro enferma, por fin acepto mis culpas y me doy cuenta que no hay nada por hacer para recuperar aquello que puede llenarme de vida. Claro, todo se me fue en un segundo, en ese segundo el cual demoré en abrir los ojos. Siento que esa sonrisa tuya me destruye y que tu paciencia se ha transformado en conformismo y ganas de ser tú sin importar a cuantos debas pisotear. Hoy no quiero nada sino perderme en la inmensidad de la eternidad.
Hoy no creo en la depresión, hoy solo creo en que es más fácil morir en el intento que llegar a un sueño. Duele saber que eras el recuerdo más soñado y que tuve que perder a cuenta de nada. Que hice mal al dar mi vida por ti, al alejar todo para que en mi mundo solo fueras tú, al arrancarme la mentira y al dejarme tan pura como una niña que muere virgen acabando de nacer.
Solo sé que nunca nadie haría tanto por ti, nunca nadie moriría por su más dorado sueño, nunca nadie juraría resucitar después, para volver a ti…


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Espacial

Ilustración de  Raffaele Marinetti El espacio entre los dos puede llamarse distancia, pueden denominarlo lugar, tú tal vez le dirás no lugar, yo le digo tiempo. Tiempo que atraviesa atmosferas, que se carga de energía, que también es compás y pista de baile. Ese espacio que ahora es tiempo también es dueño de la piel, le plancha sus pliegues de extremo a extremo, se hunde en ella, la moja y la bautiza con los linajes infinitos de la humanidad. Ese espacio invisible como pisadas de reloj, susurra el monólogo del sexo, te llama por tu nombre, te pide que no le sueltes, que le muerdas y que le beses, que le reclames con la mirada los papeles indivisibles de una magistral actuación. Ese espacio que es tiempo viene por ti y por mí, nos captura en el imposible descanso del placer y en el exceso llama al sudor, se prende del pecho agitado que busca el cielo, intentando encontrar en él los picos más altos de una paz de nieve, de blanco orgasmo, de líquido y tórrido orgasmo. ...

Alguien Tiene La Culpa

No te alcancé en los aeropuertos, no vine por ti al truco de los sueños, tampoco te cité en la oscuridad de los museos, no hubo latidos míos rodando en el suelo. Llegaste a la madrugada, tus botas puntuales a la nieve helada, mientras tu abrigo travieso con el viento bailaba, el abrazo de nosotros ni el terraplén alcanzaba. Existen dudas, millones de preguntas, estrellas que confundo con plumas, y plumas que los ángeles traviesos lanzan sobre mis lágrimas caducas. Volaste y borraste desde el cielo el rastro ardiente de tu alma en mis entrañas, soltaste de la rama las semillas más extrañas, arrugaste el manto fértil que forma la telaraña. Ahora la viuda ha matado al poema, las letras no quieren existir, para decir lo que hay que decir, las luces apaga y cierra violenta la puerta, no sabe que sigue, ni lo que hay por venir.

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La niña sigue pidiendo ayuda,   Perdió el galopar de su corcel, La rabia que revestía su torso, Se oxidó y le amarra los gritos a la piel.   Las golondrinas sobrevuelan el pino, Desde que le prometieron volver, Los polluelos esperan en llanto, Y del hombre la palabra nadie volverá a creer.   La niña espera los pétalos caer, Las flautas gritan desde el cielo, Cada noche que ella se duerme, Su alma viaja para verlo.   A través del fuego ve a su amor Espantado en el invierno, Huyendo a gran velocidad, Escapa de las alondras de hielo.   A ella le zumban los oídos, Y sus letras pierden el habla, Mientras que muere de amor, Ya no tiene mensajes subliminales bajo la manga.   Líneas y puntos como lunares, Pidiendo a Dios que alguien la descubra, Su grito de ayuda se conserva, Entre su boca de mujer impura.