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Mientras hablaba de él, de sus cosas, su vida al lado de otra vida y de uno que otro ideal complejo y pesado, yo no dejaba de sentir como la imaginación arrebatada de mis días de soledad me llevaba hasta su sexo. Recordé su forma de besar que nunca fue mia. Soporté el peso de su cuerpo que todavía no empezaba a temblar y me sujete la falda como una damita que se acomoda a su placer. El sexo me palpitaba, me latía como si entrara y saliera de mi cada segundo. Sentí el orgasmo más prematuro y es que no había empezado la noche y ya había vivido todo un destino con él. En verdad no lo conocía, pero su aroma me daba la pauta de, qué tan profunda debía hacerme. Yo habitaba en él y sus hijos eran mios, su mujer era mía. Cada célula me pertenecía y con cada baño de mi, la champagna que bebía le endulzaba el gusto y la saliva con la que en un instante me revestiría. Él me hablaba de todo, pero yo apenas quería su lengua en la mía y su lenguaje en mi único axioma. Era especial su sabor y era s...

Un día más

Acabo de darme cuenta en lo que se ha convertido mi cuerpo, es una jaula de recuerdos raros, de pasados paralelos y de humanos hechos de gas. Tengo aquí adentro la nausea de la confusión, ese mareo infinito que dejan las cosas y las personas cuando no están y en definitiva nunca volverán. Mi espíritu es un caja vacía, frágil como una hoja de papel tocada por las lágrimas.  Estuve de nuevo es esa torre y esta vez fui capaz de mirar hacia el abismo, luego él era un monstruo encima mio, me tomaba por las caderas, me dejaba ir y venir en un trance húmedo y aunque aguardaba calor en su lengua yo sentía un frío sepulcral en su oscura mirada. Me aterraba no que estuviera ahí conmigo, sino que al irse me iba a dejar nuevamente ciega, ahogada, abandonada. Su piel era como el pecado, se me quemaban las piernas en cada rose y su voz jadeante ahogaba mis silencios y me obligaba a gritar. Me agarre fuerte de su cabello mientras me arqueaba sobre su venenosa flecha. Me hundió las entrañ...

Derecho al Izquierdo

Tu sístole y él tan diástole, entrada por salida, abrir y cerrar, dejar llegar, dejar ir, aumento de presión y relajante ausencia. Es la intermitencia del amor. Entonces había resuelto el tema como siempre, con una carta, pero esta vez la carta era una mera dicotomía, era de un remitente para dos destinatarios: Logre sacarte, como el oxigeno sale disparado del corazón a rondar por todo el cuerpo. Así como el veneno penetra en la células, te fuiste de aquí. Siento que la lógica de la esperanza es marchitarse cuando empieza la vida y mi vida apenas empezaba. Tu estabas allí, de brazos cruzados y palabras afónicas, mi mente se alojaba en un espacio marcado por tu nombre y allí muy cómoda la imaginación taladraba el centro de mi espalda. Era imposible no recordar la figura que te hacía hombre, la figura que me atravesó el alma y que me dejó muerta. Cada tarde que llegaba la hora de tu presencia, era rara, parecía verano pero inundado de lagrim...

La Despedida

Estaba sentada en el rincón de un pasillo helado. Ya las cosas habían cambiado el sabor de la tinta y las ganas estaban inundadas en las lágrimas de un placer que parecía ceniza. Ya había reservado un espacio en sus besos y solo debía calmar el asunto en la fila del tiempo. Mi obligación para sobrellevar los desgastes del tiempo, era decirle a mi nuevo pasado el cómo y porqué el final se interpuso en un momento en el que aparentemente había oportunidad. Me arrojé pues a la letra de una carta que empezaba así: Fuiste el sueño de aquella mujer inexistente y la base de ese soldado cansado del viento. Me diste tu mano en un sitio sagrado y me sujete al afán de darte todo, porque era obvio que un día común saldría por la trastienda de lo que construimos. Antes de marchar, ¿podrías acomodarte a mis favores, y ejercer sobre mi la fuerza de una nueva forma de sentir? Y aunque todo el tiempo lo tuvimos para respirar, mi mayor orgullo fue, además de haber tenido todo el tiempo para amart...

Y Ambos Esperábamos

Ya había superado una parte del duelo, me vi ahí en medio del deseo y la presión por cobrar aquellos males que por la inseguridad y la desazón me había ganado. Sentí que la velocidad y los besos del engaño ya habían mermado, estaba tranquila. Suponía en ese momento que era tiempo de volver a las lágrimas de quien se siente sola por enviudar tan joven y de ese modo presentía que los abrazos fríos y los besos postizos, volverían. Pero mi sexto sentido jugaba con mis pretensiones. Me había acostumbrado a los cambios en los que la temperatura variaba cada segundo y al extraño ritmo de mi corazón que le latía a un hombre diferente pero con la marcación de siempre. Sí, me lo había propuesto, quería descansar un poco, cerrar los ojos y habitar mi yo, mi completo yo. En ese sueño tan mio y a tan profundo, estaba él, había aguardado por mi durante casi un lustro, la ingenuidad no se había borrado de su rostro, el del niño que yo había dejado frente a las fauces de la feroz vida sin amor. ...

Mientras tanto...

Mis manos siguen tan frías, que no tengo más remedio que sentarme a escribir. Voy y vengo entre esos lugares nuestros, lugares que nos dejaron al descubierto frente a la ingenuidad del universo. Me cuesta respirar, debe ser por la necesidad infantil de querer sentirte conmigo, aquí y ahora. No quisiera que el tiempo siga contando mis últimos momentos, sé que me queda muy poco tiempo para seguir agarrada de tu mano, tus ojos me han despachado y tus besos dejaron en mi el terrible dolor de la despedida. Cómo te extraño, extraño el día en que me viste toda yo y toda tuya para siempre. Escribo porque sé que algún día bajarás de allí para leerme, para averiguar que sentía yo por ti. Y sí, además de extrañarte desde siempre, te amé inagotablemente. ¿Sabes algo cariño? ya perdí la cuenta de las veces que he soñado contigo, y siento tus brazos como una extensión de mi ser y siento tus besos aun cuando despierto y miro tu espacio y muero por refugiarme en tu costado.  Pero me quedo ...

Muerta la pasión...

Yo no entiendo las batallas y más cuando las debo padecer yo sola. Hoy nos matamos a golpes, hoy sentí que un grito desgarrador tiene más valor que cualquier súplica. Quiero morir dentro de este dolor,  ya le temo a la angustia. Tu oxitocina se acabo y yo me quedé con la terrible sensación de saber que no me deseas, que te estremezco la mente con mis perturbaciones.