Si tengo que despedirte lo haré no con la sensación de nunca más volverte a ver. De hecho creo aun en un lugar en que alejados de los demonios que nos rodean, podamos ser solo tu y yo, sí lo sé, es demasiado utópico. Hay algo transparente, algo intacto desde hace mucho tiempo, se llama arrepentimiento y poder. Arrepentimiento, porque no dije nunca la verdad y poder, porque sé que en cuanto lo sepas la ambición de quererte conmigo va a crecer.
Me permito así, declararme culpable. Soy quien custodia la ira de un amor desenfrenado, erótico y sensible. Lo confieso, paso minutos eternos bajo el agua, pensando en qué sería y cómo sería. Sí, estoy algo loca, hablo de mi, conmigo y de mi, sin ti, frente al espejo, duro horas suponiendo una conversación distinta contigo. Te sueño, te pienso y dejo a un lado mi piel, me arranco el alma para dejártela las veces que estás cerca.
Hay una deuda entre nosotros y es tan grande que no logro medirla con palabras. Disfruto aferrarme a los momentos en que huímos de todos para refugiarnos en los dos. Ahora me quedo como cada día en el silencio, la soledad y la necesidad de seguir arrullada en nuestros cantos de alivio por lo intrascendente de estar aquí.
Me gustas tanto, como para despedirme una y otra vez y perderme y regresar o tal vez no estar. Siento que amar llega a ser tanto como la peor de mis traducciones y mis comedias, Siento que si digo que he logrado salirme de mi cuerpo para estar contigo en la mejor de mis formas, las noches y madrugadas en las que te he soñado son los mismos espacios en los que quiero habitarte, porque me enamoré, pero no de la forma en que se cree que se está declarando una guerra o de la forma absurda en la que aman los huesos, tampoco como para casarme contigo o darte hijos, no es ese amor, que aunque bello, no deja de ser negociable, lo mio es sin duda una misma vía, una oportunidad para ir y tal vez venir, un amor que dura apenas un par de segundos llenos de horas y horas.
Amar no es quedarse ahí y estar dispuesto a duras penas a perdonar, amar es abrirle la puerta a los odios, a los seductores pero necesarios odios. Yo sé jugar, más no sé entender la reglas y los pactos, porque cada que llego a eso, me pierdo de ti, de tu figura que taladra mi ser y me deja marcada la necesidad de merodearte.
Yo te quiero como cuando se cuidan los deseos no contados. te quiero como mi malestar diario del mundo y te quiero como mi orfandad que es tan mía como para revestirme de ella. Así te quiero, de momento, de infinito, de espacio, de forma, de fondo, de todo. Te quiero por las veces que entraste en mi y por la veces que tuve que sacarte, te quiero por la plenitud de tus besos y por la magia de tus caricias. Te quiero porque hoy puedo, porque cuando deba despedirme habré cumplido con dejarnos en un lugar donde ni el recuerdo pueda suplantarnos.
Te quiero y te quiero amar.
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