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Tributo Al Ingobernable

Mi juego contigo es el de los ingobernables, la lucha constante por negarte La canción que suena solo para recordarte Y ¿qué harás justo ahora? Los ingobernables se esperan Aunque el camino para reencontrarse no lo sepan. Llévate estos abrazos que desesperan Porque el grito con tu nombre, por ahora es lo único que me quema. Mi querido ingobernable La astucia me trajo ante esta hoja el afán de la memoria y el ruido de tu calma Pueden hacerme andar cada día sin cargar el alma. Mira que ahora tengo horarios para dejar de ser Los días libres naces de mis gotas Y vuelvo a tu abrazo que hoy esperé Y lamentablemente el sonido de tu voz ya lo olvidé. Tus días me rondan como un trabalenguas Vienes con la efeméride del día Y hoy hace siempre Yo ocupo ese lugar, en nuestro imposible hogar.

Una Dama Cualquiera

Esta carta me delata, me recuerda más que tu forma de mirar, me lleva de nuevo a la urgencia de tus brazos y caigo en la lástima, en el llanto, en el duelo de las almas que coinciden tarde y llego al juicio, a la habitación de las sombras, al consuelo del diablo que me acaricia en cada noche, al miedo insospechado de mis ganas y a la fuerza de un corazón que apenas palpita por costumbre y no por el ánimo de aferrarse a tan vergonzosa vida. Me cría el desaire, me abandona la sangre. De los insípidos sueños, viene la muerte a trenzar mi locura y ella con su manto va regando las flores negras de mi jardín. ¡Lávame sal! que la piel me arde, las mejillas sufren al tacto y los labios al beso le corresponden con plegarias de huérfana, de ingenua, de niña tonta que se encuentra fácil a sí misma y a la absoluta nada. En la puerta de en frente gritan los gorgojos, es un hotel, es una cárcel, es una empresa, es el hogar. Y las palomas se cagan en la ventana, le baila...

Un Hombre Cualquiera

En la torre apagan las luces, el hombre sale a la calle, se enamora de las paredes grises, les dibuja el plan del asesino, se opone al destino y sube las escaleras al compás del llanto con el que mañana todos desayunarán. La terraza, el viento y la noche. Su voz entre un grito le reza a Dios la plegaria de la eterna decepción, las luces del paisaje se extienden tras su nuca y los ojos cobardes se van hacia atrás sin haber tocado el suelo. El cuerpo desprendido del alma se aferra fácil al asfalto y se echa a correr como los demás. Toma el bus, regresa a casa, abraza a su esposa, le cambia el pañal a la niña, se quita los zapatos, los deja en el patio, se encierra en el baño, caga, se lava el culo, se hace la paja, vuelve a lavarse, se envuelve la toalla por la cintura, empaca el almuerzo del día siguiente, retorna a la habitación, la ve dormir y duerme con su verga sobre las nalgas de ella. El tipo deja la conciencia en la almohada y vuelve a trabajar.

PIC NIC LITERARIO

El domingo 8 de julio estaré en el Jardín Botánico: José Celestino Mutis (Bogotá, Colombia) leyendo parte de mi proyecto de novela "Estación Esperanza" a partir de las 11:00 am. ¡INVITADÍSIMOS TODOS!

La Absoluta Nada Del Colibrí

A nosotras las aves nos es difícil silenciar el ruido. Nos mesemos en los árboles y ellos suenan bailamos por el aire y él nos silba reposamos en los frutos y ellos desde dentro nos gritan el alimento y viene el canto viene mi voz, el frenesí repetitivo la queja. En mi latido de colibrí me viene el cansancio el no querer sufrir los tormentos porque el hombre, otra vez, me ha atrapado y sus manos calientes parecen no querer estar aquí, pero tampoco me dejan ir. Ese hombre con alas no es mi dueño y yo mucho menos de él y contempla el paisaje hay muchas aves, pero estoy yo el ave azul que todavía no alcanza a entender qué ven sus ojos por qué no puede detenerse en mí, verme volar y desear como yo poder escapar. Se pueden tocar las estrellas en el reflejo de las botellas sobre el suelo. El hombre me hace el amor pero a la vez podría estar pensando en ella. La duda de las aves no está en echarse a volar sino en la rama en la que han de posar. ...