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Mares Sin Barcos

De nuestras escenas por la calle, por el mundo viene tu espíritu saltando por los siglos y mis huesos y mi lucha contra el viento y la lluvia Esa imagen quieta de un par estrenados en la fidelidad y a ese ritmo, sin dones, pero con tantos pecados nos abrazó el deseo, juntando nuestros cuerpos irremediablemente En el casino me jugaba el azar en la ruleta Luego el ruido nos llevó de una calle a otra y a la vuelta Un beso, mis lágrimas, el miedo, tus manos en mi cara el pacto empezaba su ceremonia y prometimos no tocarnos cuando ya estábamos unidos Y yo en la ducha viendo como mi cuerpo modificado en su estructura por el poder del tiempo empezaba a buscarte en impulsos sin remedio, como si presintiera el amor y mis ojos sin ser ojos, ya te seguían fieles. Yo callé nuestras pisadas, hui de las viejas azucenas me culpé y vi pasar el río con sus pisadas le despedí El juego terminaba en su desorden El juego nos escondió entre poemas y cuerdas E...

The Second Waltz

Sé muy bien lo que sientes, yo he sentido lo mismo. Todo de momento es una mierda, es basura, es el tiempo mal invertido lo que acaba por cortarnos las alas, luego lloro, no quiero a nadie, ni a mí misma y me repudio, me lamento por los otros que no han sido capaces de darme algo, pero me lamento más por mí, porque les confié mi alma, mis anhelos, hasta mi cuerpo llevándolo al extremo del cansancio, donde solo al siguiente paso me quedan las ganas de no despertar jamás. Y son así más o menos los siguientes tres o cuatro días. Luego no tengo opción y me admiro en los talentos que improviso para mi subsistencia, en lo maternal que soy no solo con mi hijo sino con todo aquel que por desgracia se sienta a mi lado; me admiro también en una voz que solo disfruto yo porque no está adornada al extremo, porque la he cultivado natural y porque la consagro para mis ausencias. También me aferro a los hábitos, a los malos hábitos y los llamo malos porque me encarcelan m...

Ana y El Pacto

Photo by Nona Limmen Mi cita, ¡nuestra cita! Esta vez en la primera banca de la capilla de Santa Teresa 13 calles debajo del nacimiento del río Arzobispo. Sábado a las cinco de la tarde. Nadie llega a esa hora, Jesucristo está solo, en hora y media empiezan las confesiones, por lo pronto un cuerpo blanco está expuesto y viene a redimirme. He hecho un pacto. La banca cruje, cruje débil, vieja, como tu garganta cuando me llamaba por mi nombre de niña aquella mañana húmeda de campo. Dos meses atrás, desde el 28 de febrero, cada tarde, te esperaba tu mesa en el patio adornada con un mantel viejo de mi madre, mi miedo mientras tanto se escondía en la cocina, no te conocía y yo ya era tu esposa. Tu taza de té en leche para dormir o café si de pronto bajabas al pueblo a verte con Rodolfo, Leónidas, Magola y su amante, el arquitecto. Adiós. Yo solitaria de nuevo, con un muro en frente y un espejo sucio donde te sacabas las canas. Mi gozo y la rabia, salían al bosque. Mi cuerpo dor...