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By Proyecto Garmendia |
París y la gracia de vernos allí, en el café que ya elegiste para hablar conmigo, aún cuando no existía rastro de mis ojos opacando al sol. Y la piel, tu piel en la mía que apenas conjuga un primer verbo en un tiempo inexistente, el que nos corresponde sobre la madrugada y los domingos de sol de cualquier diciembre.
Déjame llorarte sin razón, yo llevaré la noche en mi pelo y el día en mis ojos para que te abraces a la vida que nos merece. Ilumina el paso para que yo pueda ser tu amor secreto y tu mujer de día en día y ante los ojos del mundo. Ven a darme ese beso que nos espera paciente en cualquier ricón del mundo.
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