![]() |
Photo By Nona Limmen |
“Dime, ¿para quién son
esos ojos negros que
se sienten solos, para
quién tu timidez?”
Kelvis Ochoa - Ojos Negros
en La
Isla De La Juventud
Seguro no
reconoces una carta como esta, seguro mi voz es algo imperceptible y eso tal
vez porque el valor que la compone es el mismo que ha dejado de rondarte, de
reconocerte, de validarte como humano, eres todo un hombre, en el sentido más
práctico de la palabra y el oficio de jugar a ser macho.
Esta vez el perdón
no cabe, porque el tiempo ha sido exacto y las señales nos han hablado de
nuestros caminos imprecisos impuntuales e impolutos de verdades. El punto ciego
de esta tristeza está en eso que te hace suponer que, para una bruja como yo
cualquier detalle es insignificante. Haz olvidado que de mis costumbres
conservo la rabia de un corazón que palpita oriundo por su dueña y todo aquello
que intente romperla.
Pero estas
líneas no quieren contarte que ya sé la verdad, estas líneas son las que me
tejen en realidad, son mis versiones, mis pretextos, mis historias. Además de
tus falsedades, yo tengo un hombre, que también me besa, me toca, me rompe y me
vuelve a armar. Él me cultiva sus semillas, más nunca espera cosecha alguna, él
me pertenece en el juego del convencimiento y la ausencia, además ya hemos
creado un pacto sin diablo ni dios. Él nació primero que tú y como desde siempre
ha estado a las puertas de mi corazón, es evidente que no te permitiría entrar.
Tal vez no has
notado lo imprescindible de mis ojos en los demás, tal vez un sólo día no bastó
para que descubrieras que soy hada, bailarina, dama y gracia, tal vez no
entiendes que juego descalza entre las gentiles mentiras porque nacieron para
mí, para mi consuelo, para la fiesta que llevo en el alma, fiesta en la que
también baila mi sombra dama, de ojos verdes y furia en cada uno de sus gestos.
Ayer la noche
impaciente nos complació a ambas, nos sedujo y a puertas de la iglesia nos vio
pactar promesas de amor, de deseo, de comprensión y piel, las mismas que
anhelas tener casi al mismo tiempo, pero que apenas logras conquistar en noches
diferentes. Ahora que soy el pulso en tu cuello y quién reta tu imprudencia,
quiero recordarte mis palabras, las mismas por las que me convertí en tu diosa
y en tu veneno, en tu vacío de hoy en el alma, tus ganas de escapar de todo, tu
infantil felicidad, tu amada, tu libertad y tu esclava.
Yo te amo, te
amo en lo más correcto del verbo amar, te río, te juego, te creo, te puedo
dejar y empezar a odiar, te puedo negar un lugar en mí, a mi lado, te puedo
llevar hacia atrás, te puedo condenar a no olvidarme nunca, te puedo llevar a
cabalgar sobre mi infinito y luego te puedo ocultar. Puedo amarte y cantarte
canciones como alimento, puedo hacer que te arrepientas y puedo hacer que
también la ames a ella mientras me besas. Puedo hoy privarte de este romance y
decirte que aquel 16 de diciembre fue la entrada para que mis labios se
propusieran evitar la promesa que lleva por nombre, tu nombre, Rodrigo.
Comentarios
Publicar un comentario