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La Muerte

La muerte es esa estría del viento que baila entre el velo de la cortina. Y ahí en medio de aquel vaivén estoy yo de pie, con el pecho frío y erguido, con la corona del miedo encrustada en mi carne, como si se tratara de un órgano más, de un pelo que crece y crece. A la muerte, aún de frente, le he podido decir que no, que no quiero, que tengo planes, que esta tarde voy a hacer el amor o que quedé con mi madre para un café. A la muerte le he cantado con el coro de mis instintos, la he olido a distancia y cuando está sobre mí he podido saborearla y aún así ambas acordamos que no, que después o que se llevará a otro por ahora. A Enrique, a Julio y a Eduardo, a Marcela y esta vez a Luis. A Luis porque era muy solitario, porque su madre ya había partido, su padre se quiso ir y su hermano nadie nunca lo había extrañado. A Luis porque ya no comía, tampoco dormía, solo andaba por el barrio con la cara llena de mugre, con la presencia que imprime el visaje cuando se hacen las cosas mal ...

Carta A La Memoria

A mi memoria agonizante, con su candil de deseos hechos idea y fantasía, le ruego me deje cerrar los ojos con plena libertad de hacerlo lenta y sutilmente; yo ya no conservo un cuerpo independiente, no tengo el peso perfecto para soltarme y abrazarme a la gravedad, tengo unas manos que se dedican a sobar mi cráneo duro y gris, estas manos ni siquiera logran sentir el recuerdo de la harina abatida por la lucha entre el agua y el azúcar intentando si fuera posible conservar algo de sí. Manos flacas y rotas, con algunos cortes de los que todavía brotan pequeños hilos de humanidad color rojo. Manos que se disponen al reposo de mis palabras, provocadas e invocadas a existir, así, a la fuerza, a las malas porque alguien las extraña.  Si el eco me abrazara haría inmortales estos gritos escondidos en cada letra, si el eco fuera un artista cantaría una canción al amor y este vendría por mí, me quitaría el peso de la feminidad y me subiría en sus hombros para lazarnos desde arriba a l...

Soy La Mujer Que Espera

Photo By Nona Limmen Tan pleno como el silencio atravesando las cortinas y tan misterioso como el vuelo de una paloma negra cruzando por debajo de sol. La poesía viene a quitarme el sueño, a hablarme en idiomas de gatos, en ruidos de la calle que apenas empieza a llenarse y mis ojos luchan para no cerrarce y complacer ese lenguaje. Todavía es tenue el día, la ventana no existe si nadie la abre o al menos si no sé tiene la intención. Yo estoy muy lejos, abandonada en una cama que no cuenta muchas historias, pero que me obliga a su quietud, a sus dudas nocturnas y a su abandono debajo del polvo, los hilos viejos y la infinita soledad. Soy la mujer que espera. La mujer que rota se inventa un pretexto y actúa. Sigo a la espera, sigo contando días y segundos, sigo almacenando un imposible, una idea que no ha podido reposar sobre los pasos agigantados de la fecundación, sigo esperando a que llegues, sigo esperando a que te largues, sigo esperando a que de...

Exorcismo Al Desamor

Photo by Denis Forkas Kostromitin Atrévase el diablo a entrar de nuevo atrévase a quebrarme los vasos sanguíneos, a arrojarme su veneno entre caricias. Atrévase a perseguirme en días imprecisos. Atrévase a desafiarme la caída del llanto atrévase a perseguirme mientras trato de dormir a lavarme el suelo y su espuma de mar. Atrévase a ocultarme el sol mientras vuelvo a morir. Atrévase el diablo a venir con su sonrisa de niño, atrévase a esculpir las montañas con su genio, a liberarme del cansancio sin darme chance de luchar. Atrévase a borrarme la memoria para invadir mi cuerpo de miedo. Atrévase monstruoso veneno a infestar mi carisma, atrévase a abandonarme en el ridículo arte de empezar a rezar, a manipular mi deseo y ponerme de espalda para huir. Atrévase a sugerirle a la noche que puedo atravesarla sin parpadear Atrévase el diablo a vibrar en mis membranas, atrévase a tan siquiera intentar hacerse oír a sugerirme la...

Elogio A La Comedia

Photo by Denis Forkas Kostromitin La comedia tiene la gracia de estar por encima del delirio, está ahí camuflada entre la locura, creyéndose diosa y hada, jugando con la ira y despertando a los bufones del pasado. Ella tan coqueta como siempre, convencida de una sensualidad que nadie entiende, pero de la que todos se antojan. A la comedia se le ve por ahí, atravesando pasillos, siempre a la víspera de las celebraciones porque gracias a Dios, nació. La comedia sale a la calle, disfrazada de lujo y lejanía, con sus manos suaves agarradas al qué dirán y siempre estrenando zapatos, porqué para que pisar el suelo si a mayor distancia más se infunda el anhelo. Su maldita risa loca, mueca, perversa y escandalosa, va por ahí y se las juega todas en la noche, cada viernes captura un alma y nunca más la libera. La maligna comedia se cree dueña y abre locales de la vergüenza, embriaga a los solitarios y se siente perfecta, tiene estrías en el alma, pero se maquilla los l...