Me gustan esas sillas ubicadas al pie de las ventanas
Son frías generalmente
y en su postura rígida conservan su milimétrico perfil nostálgico
cómo de mirada ingenua,
siempre quietas esperando a ser tocadas.
Golpeadas por el aire que entra y sale masajeando las cortinas
Esas sillas están puestas ahí por accidente,
porque alguien quiso pasar un rato observando hacia la calle
pero luego fue interrumpido por la llamada de su madre,
de un amigo,
de un conocido del marido
por un vendedor de filtros.
Es ahí en ese instante cuando la silla se vuelve retrato,
cuando no le queda más remedio que mimetizarse con el espacio
y volverse pared,
volverse tapiz.
Cuántos ahora estarán siendo la silla,
cuántos ahora se quedan en silencio dejando pasar las caricias del viento,
cuántos han sido olvidados,
cuántos todavía esperan.
Comentarios
Publicar un comentario