De nuevo. Otra vez. Tengo el lazo palpitante del corazón entre mis piernas. insisto en aferrarme a la necesidad de arroparme con su sombra. Nunca tendré palabras porque me siento huérfana. Abráceme si puede y cuando no pueda cierre los ojos como quien parpadea para escaparse a la fiesta del cielo que está por caernos. Somos la muerte y la vida servidos en la misma mesa. Déjeme ser la sal que se le cuela por los poros en forma de agua. Sí, estoy nerviosa porque me adentro en sus ojos, me dejo perder en el recuerdo de usted debajo de mi. Tremenda nobleza que adorna la fantasía de adorarnos sin verdadero amor. Ahora nada puede ser mejor que tener vivos sus labios en los míos. Lo pienso y de inmediato me embriago, no porque el licor lo haga más fácil, es porque tiene el poder divino de arrojarme al deseo inmediato, de acabarme sobre usted. Otra vez me palpita el deseo, es como el lenguaje de un cuerpo que quiere acostumbrarse a su forma. Usted está hecho de viento y en él me ...