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Mostrando entradas de julio, 2013

Hoy

Hoy espero tener  el tiempo para envolverte en mí. Hoy mi vientre dará saltos vertiginosos y se ondeara como una serpiente. Hoy no tendré más sueño que poderte abrazar. Hoy diré que sí aunque este obligada a tú constante negativa. Hoy buscaré eso que te fascina encontrar. Hoy respiraré entre tus labios y mañana me iré temprano.

Hoy extraño todo de ti.

Sólo sé que extraño todo de él. Veo en esas transformaciones un luto, que más que eso, es una pausa  para mirar atrás. Qué bueno es hacerlo. Acabo de recordar algo. Que siempre estás ahí, a pesar de tener tu corazón fragmentado. En este momento desearía dejarlo todo, buscarte de la manera que más te gusta que te busquen. Decirte que es momento de darnos todo. Ahí viene ese asesino de los deseos. Tengo miedo y es que si vuelvo a mi, a lo que quiero y es bueno, sé que me quedaré esperando y quizás para siempre. Dame más que tus manos, Dame la fuerza con la que me miras, Dame la respuesta que surge de tus ojos, Dame tu espalda para descansar. Yo te daré mi estado, mis batallas y mi guerrilla, Átalas a una roca y arrójalas al mar. Déjame darte un beso de perdón, Y entrégame la lucidez de nuestros anhelos. Hoy extraño todo de ti…

Otro día más de duelo: La Distancia Adecuada.

Salí del trabajo, lo llamé y le dije todo lo que mi monstruo interno me sugirió. Fue tan desgarrador el tema, que ni resolvimos las dudas, llegamos a odiarnos. Cuando entré a casa, el paisaje fue vergonzoso. Estaba su mejor amigo. Ese que da concejos de matrimonio desde su experiencia de soltero. Me miró con miedo y yo apenas lo salude con la voz llena de llanto y dolor, no dejé mi cartera en su lugar, me la lleve hasta el baño, iba a dejar la puerta abierta, pero recordé que no estaba sola. Apenas me lavé las manos, como acto simbólico, eclesiástico. Corrí por ese estrecho espacio entre ellos, sus secretos y mi desgracia, dejé la cartera por fin en el lugar donde debía estar y en esa oportunidad que me dio la puerta, huí. Salí asustada, con las manos heladas y un cólico en el alma. Llame a una de sus tías porque a mi alrededor no había nadie más. Me uní a ella en un abrazo y lloré de impotencia. Dije todo aquello que hasta ahora yo había hecho ver como un secreto marital y reci...

Cuando los ojos niegan lo que hablas

Ya era tarde, hacia frío y acababa de dejarme convencer por la historia bizarra de las marionetas y su voz interna. Despedí los sueños de mi pequeño, apague las luces, y me dispuse a descansar. Cuando esperaba la absoluta oscuridad, vi una luz encendida, esa que ahora me atormenta. Era él, con su cuerpo sobre la cama y su computadora sobre las piernas. Escuchaba música a un volumen casi silencioso. Sus ojos estaban aquí, allá y en la pantalla. Me quede observándolo, de repente me entró la necesidad a gritos. Debía hacerle algunas preguntas puntuales, pues las canciones que oía no hacían más que arrojarme a ese espacio donde se quedan aquellas cosas que fueron buenas, pero que ahora hacen daño, el limbo. -Alex, ¿tienes algo que decirme? -¿hay algo que callas por temor? -¿Qué hice mal? - Por favor no me respondas con piedras en la mano. Y apenas se limitó a verme con sus ojos que gritaban mil palabras y que callaban por esos labios irrisorios que apuntaban con arrogancia a c...