Ir al contenido principal

Entradas

A La Sombra De Los Árboles

Ph: Nuberrante Permítanme la sombra de los árboles adolecerme como la raíz que se quiebra, que se esparce a cada lado como calambre de la imaginación y me retuerce los recuerdos como imágenes difusas, incomprendidas y alteradas por el aura de quién se crece entre el dolor. Hoy el viento está más ausente, ya no golpea en las ventanas como la palabra perdón que busca siempre dónde reposar. El cielo se arropa de algodones para guardar la intimidad de su alma como hace tiempos el hombre se guardó la prudencia en el armario. Ante el espejo se aparece el olvido con cara de monstruo, me dice que a cada día mi mente va borrando las figuras que forman su rostro y me boto a la cama, a esperar a que el reloj me empuje al mundo en forma de amenaza para no llegar tarde a trabajar. Ahora que los minutos del día perdieron el impase de su respiración rodeando mi piel y que ocupé la mente en todo y en nada, me detiene una ventana que brilla con luz amarilla, que almacena cajas de cartó...

Destiempo Y Fracaso

Hay Poemas Que Son Manos - Nuberrante Tienes manos de viejo De viejo saco que se abandona en cada silla de la casa, que se prepara para el consuelo en medio de una taza de té y que con la excusa de la lluvia viene a mi como un abrazo. Tienes una voz pintada con sepias que juega con el ritmo como mi comercial favorito, porque si te digo que suenas a poema te hago las líneas de un verso maldito. A mi que me gustan los tonos del sol despuntando en la mañana, avergonzado tocando las montañas, tenía que dárseme el lujo de dormitar en la primavera de tu mirada. Tu paso agigantado me llama como sonajero al canto, me ríe en la calles que poseen tu rastro y me impulsan a la cita que todavía aplazo al destiempo y al fracaso.

Pérfido Y Puntual

Study For Andromeda I, 2013 By Denis Forkas Hueco es lo que expande mi pectoral, la consideración es un lujo que solo ofrece la muerte y por mí ya no viene. Me fumigo las palabras, las mato como cucarachas que plagan el suelo de este lugar. Me suicido o dejo al viento barrer los poemas. No me dejen sola porque vuelvo a escribir. Hice rimas perfectas, pero al destino le pareció más atractivo verme sufrir por perder el amor en ellas. Ahora ya no me salvan las mariposas, ni me persigue el cazador en forma de niño, ni me corretea con sus zapaticos de frustración profesional. Ábranme el infierno que perdí mi traje en un matorral, ábranme el cielo que yo ya no peleo con la gravedad. A la conciencia la llevo en los pies y a Jesucristo le defraudo después. Por cualquier camino, me sigue, viene a darme la mano, me gusta, me entrego y después no le vuelvo a ver. El cazador que me rompe el labio me dijo que el dolor es el sabor que deja un buen amor. Yo brillo como un diamante debajo...