Él y yo después de tanto tiempo, seguimos rondándonos. Nacimos para en el encuentro, gozamos de las mañanas frías abrazados bajo el agua caliente. Nos mirámos complices de ese pacto. Perseguimos los pasos del uno y del otro. Lloramos por amor, reímos por que el otro se enamora y se equivoca y ahí estamos, de nuevo, abrazados, mirándonos a los ojos, creyendo que después de ese instante volveremos a otros brazos, que como siempre tienden a desaparecer. Él y yo escapamos, nos odiamos, desayunamos juntos, nos despedimos, nos juramos dejarnos, para que al llamarnos a la puerta salgamos al beso, a la amistad, al recuerdo, a la constancia. Después de tanto tiempo y tantos besos, nuestras almas han esperado, han esperado para dejarse como los amantes, para secarse entre sí el llanto, para llenarse las barrigas de risa y la memoria de recuerdos. Él y yo somos tres, somos vida, somos aprendizaje, somos olvido. Somos eso que aún nadie nos ha podido arrebatar, somos la lógica de lo im...