Existen detalles imperceptibles. Sí. Son quizá los detalles más grandes que puedan darse y al final resultan ser insignificantes, simples, olvidados. Yo por ejemplo amé y sigo amando aún cuando me dejaron de amar. Di mi vida para construir y además di vida a su vida, a la vida que nos concluye a los dos. Parí con dolor como todas y mientras sufría en mi desnudez pensaba en el mañana, en el querer prolongar así la vida juntos. Dar, maldito detalle. Me pesó el alma cuando di sexo y no amor, me pesó la vida cuando corrí tras él y él sólo huyó, me mató con la misma facilidad con la que se dio a sus amantes. Di también mientras estaba con ella, di para formar la mentira que los une así como la primera vez que él me mintió.
De los detalles me quedaron los envoltorios de colores y moños empinados, lo demás ni lo probé, el resto de aquellos detalles se anidaron en las débiles mentiras, en su constante quererme y extrañarme para tocarme y sacar de ello mi detalle, ese por el que aún muere pero ya no puede ni debe encontrar. A mí me tocó el detalle de mis lágrimas y las de su hijo, a mí me tocó el detalle que todos desconocen, su maltrato, la frase asesina: "voy a reparar el daño que te he causado" seguida de la ausencia y la mofa de quién sabe jugar a ilusionar. A mí me tocó sobrevivir a su marca como estría en la piel, a su olor por toda la casa y en los cajones de mi ropa, a mí me tocó sobrevivir a su sexo mal hecho y a su excusa ridícula de no llegar a tiempo por mi culpa, que para él era culpa de la forma que tiene mi cuello uterino.
Su sexo con una,con otra, conmigo, y ese continuo fracaso, el detalle de sus notas puestas en el baño mientras me veía bañar que decían: "quiero volver a hacer el amor contigo" el detalle de mi plegaria al cielo para que se marchase, el detalle de andar haciendo duelo y creerme una viuda, como si al espantoso mundo no se le hubiesen grabado las imágenes de nuestra boda, nuestro hogar, tu debilidad por la carne dura, el baile de salsa en la sala conmigo, la nostalgia de las canciones que sin ser de nuestra época nos dedicábamos. El espantoso mundo te conoce, me conoce y sabe bien que seguimos siendo uno hasta que yo decida matarme o hasta que logre matarte.
De los detalles me quedaron los envoltorios de colores y moños empinados, lo demás ni lo probé, el resto de aquellos detalles se anidaron en las débiles mentiras, en su constante quererme y extrañarme para tocarme y sacar de ello mi detalle, ese por el que aún muere pero ya no puede ni debe encontrar. A mí me tocó el detalle de mis lágrimas y las de su hijo, a mí me tocó el detalle que todos desconocen, su maltrato, la frase asesina: "voy a reparar el daño que te he causado" seguida de la ausencia y la mofa de quién sabe jugar a ilusionar. A mí me tocó sobrevivir a su marca como estría en la piel, a su olor por toda la casa y en los cajones de mi ropa, a mí me tocó sobrevivir a su sexo mal hecho y a su excusa ridícula de no llegar a tiempo por mi culpa, que para él era culpa de la forma que tiene mi cuello uterino.
Su sexo con una,con otra, conmigo, y ese continuo fracaso, el detalle de sus notas puestas en el baño mientras me veía bañar que decían: "quiero volver a hacer el amor contigo" el detalle de mi plegaria al cielo para que se marchase, el detalle de andar haciendo duelo y creerme una viuda, como si al espantoso mundo no se le hubiesen grabado las imágenes de nuestra boda, nuestro hogar, tu debilidad por la carne dura, el baile de salsa en la sala conmigo, la nostalgia de las canciones que sin ser de nuestra época nos dedicábamos. El espantoso mundo te conoce, me conoce y sabe bien que seguimos siendo uno hasta que yo decida matarme o hasta que logre matarte.
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