Ir al contenido principal

Sumergirse y salir librado

Foto por Guajira Psicodélica.
Eres como las arenas movedizas, vienes, formas de los charcos ríos y tormentas, sonríes y nada cambia más que la marea de este espíritu. Haces de las ruinas un templo del que ya no quedan visitas. Te creo un ángel y me hablas como demonios. Sientes la brisa y destruyes la hierba. Estableces un mundo en el que los días fingen ser rutina y los tiempos son capricho de tus garras.

Aún permaneciendo en tu mirada, siento mía tu sonrisa, me dilatas el pecho con tus sueños, me niego a dejar de querer y entro dormida a tus placeres. La muerte, esa que nos ronda y conoce este secreto, le habla a mi amante de tus sustanciales intensiones y del café que cada mañana con su sabor insuficiente y común guarda nuestros besos infantes, avergonzados y herméticos.

Por lo pronto nos queda un baile más, una costa plagada de aves que mueven sus alas como cuando se han entrelazado tus brazos con los míos, nos queda la réplica exacta de un temblor en el sexo cuando te incas detrás para oler mi cabello y llevarlo a tu fuerte. Ahí nos ven las paredes adornadas de luces y los restos del humo que ha dejado el vicio. Te rodeo la mente, los brazos y el pensamiento con esos negros movimientos. Eres mío y todavía nos queda la angustia de vivir huyendo. Estás muerto en el recuerdo, el llanto te olvidó y mis caminos te esconden.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Espacial

Ilustración de  Raffaele Marinetti El espacio entre los dos puede llamarse distancia, pueden denominarlo lugar, tú tal vez le dirás no lugar, yo le digo tiempo. Tiempo que atraviesa atmosferas, que se carga de energía, que también es compás y pista de baile. Ese espacio que ahora es tiempo también es dueño de la piel, le plancha sus pliegues de extremo a extremo, se hunde en ella, la moja y la bautiza con los linajes infinitos de la humanidad. Ese espacio invisible como pisadas de reloj, susurra el monólogo del sexo, te llama por tu nombre, te pide que no le sueltes, que le muerdas y que le beses, que le reclames con la mirada los papeles indivisibles de una magistral actuación. Ese espacio que es tiempo viene por ti y por mí, nos captura en el imposible descanso del placer y en el exceso llama al sudor, se prende del pecho agitado que busca el cielo, intentando encontrar en él los picos más altos de una paz de nieve, de blanco orgasmo, de líquido y tórrido orgasmo. ...

Alguien Tiene La Culpa

No te alcancé en los aeropuertos, no vine por ti al truco de los sueños, tampoco te cité en la oscuridad de los museos, no hubo latidos míos rodando en el suelo. Llegaste a la madrugada, tus botas puntuales a la nieve helada, mientras tu abrigo travieso con el viento bailaba, el abrazo de nosotros ni el terraplén alcanzaba. Existen dudas, millones de preguntas, estrellas que confundo con plumas, y plumas que los ángeles traviesos lanzan sobre mis lágrimas caducas. Volaste y borraste desde el cielo el rastro ardiente de tu alma en mis entrañas, soltaste de la rama las semillas más extrañas, arrugaste el manto fértil que forma la telaraña. Ahora la viuda ha matado al poema, las letras no quieren existir, para decir lo que hay que decir, las luces apaga y cierra violenta la puerta, no sabe que sigue, ni lo que hay por venir.

.- -.-- ..- -.. .-

La niña sigue pidiendo ayuda,   Perdió el galopar de su corcel, La rabia que revestía su torso, Se oxidó y le amarra los gritos a la piel.   Las golondrinas sobrevuelan el pino, Desde que le prometieron volver, Los polluelos esperan en llanto, Y del hombre la palabra nadie volverá a creer.   La niña espera los pétalos caer, Las flautas gritan desde el cielo, Cada noche que ella se duerme, Su alma viaja para verlo.   A través del fuego ve a su amor Espantado en el invierno, Huyendo a gran velocidad, Escapa de las alondras de hielo.   A ella le zumban los oídos, Y sus letras pierden el habla, Mientras que muere de amor, Ya no tiene mensajes subliminales bajo la manga.   Líneas y puntos como lunares, Pidiendo a Dios que alguien la descubra, Su grito de ayuda se conserva, Entre su boca de mujer impura.