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Mostrando entradas de junio, 2015

Punto Final

Siento que el cuerpo me sigue narrando historias del pasado, todas las noches mi mente no hace más que pasearse por momentos que no han sido pero que siento míos. Todos los días te veo, me ahogo y hoy muere una gran parte de mi. Me despido sin más que las perfectas palabras. Me deshago aquí, con la voz del dolor, la necesidad de ir a abrazarte y decirte que este último paso sigue siendo un grito eterno que me rompe los tímpanos. Te dejo ahí junto a las hojas del final, junto a la despedida de los puntos suspensivos que acaban en uno solo y sin continuación. Fuiste la ira de esta lucha, siete horribles meses de horas inagotables, de angustias, de deseos frustrados, de intentos fallidos.  La promesa fue hasta la muerte, la promesa finalmente no fue entre los dos, resulto ser solo entre yo y mi terrible necesidad de darte cada día la inmensidad de mi lealtad. Te proclamé como mi fuerza y mi ilusión y eso serás por el resto de mis días, aquí, guardado en mi silencio, mi acal...

Permítame decirle varias cosas:

1. No tiene que simular algo que no siente, grítelo y vívalo. 2. Mis tiempos con usted son los más perfectos. 3. Yo si tengo derecho a fingir y suponer que soy una mujer de hierro. 4. La odio a ella la muy puta que no sabe más que cruzarse en mis panoramas emocionales para matarme de frente a usted. 5. Le creo aquello de la carta, aunque me sorprenda, ser motivo de su escasa inspiración. 6. Me iré de su vida, pese a que existe un brillo en su mirada que me perturba. 7. Mis sueños son meras pesadillas de triángulos y desastres entre los dos. 8. Ya no me gusta estar para pensar en esto. 9. Lo pienso. 10.  Aun lo amo. 11. Me lo niego y lo reprimo.

Septiembre

Empezaba un momento de recetas, secretos, simulacros y destinos encontrados a la fuerza y muy tarde. Habían pasado seis crudos meses en los que yo andaba en el ir y venir del sexo con un desconocido, la rabia la de soledad, el miedo a la oscuridad y el llanto por sentirme derrotada. Sin embargo en ese tiempo seguí acunando sus vacíos en mi vientre, le dejé llegar a mi una y otra vez aunque sentía que se me desgarraban las entrañas y que un feto gritaba irrisorio como quien sufre por estar allí en ese cuarto húmedo y oscuro lleno de trampas, mentiras y placeres fingidos. Los días, además de envejecer las ganas, nos alejaban. Cuando volvimos a vernos nos hacia el espacio una jardinera de un sitio rudo, frío y estúpidamente político, nos odiábamos, no soportábamos seguir apalancados en la rutina de poderes, aunque su mirada sin necesidad de dilatarse ante mi, me rogaba, me pedía a gritos que no le dejara ir. La vida me había puesto en la magia de la receta que es encantadoramente...