Cada vez que voy a empezar una carta como esta, recuerdo la promesa que me hice; pero es tan difícil cumplir con guardar la distancia entre los dos, más cuando sé que la vida ha querido unirnos, pero el hombre lucha por separarnos. Quiero decirte mil veces ven, invocar tu nombre sin rabia, tenerte en casa guardando los tesoros que nos prometimos. Tengo la sangre oscura y la piel helada, siento que me ahoga la rabia de mis días de impotencia.
Creo que hacerte cartas que jamás vas a leer, es la única forma que tengo de alimentar el alma, y es que me parece extraño no verte para decirte de frente que aun, en mi, se mantiene intacto el último beso, por fortuna el tiempo, siempre tardío, juega con nuestro fantasma en la cama, llevo la cruz de aquellos que suben a nuestras cabezas para ver del otro lado del muro. Amigo, no puedo darte minutos de gloria, pero sí días de vicios no tan empalagosos.
Hagamos el ultimo pacto, ya sin argollas y fiestas, dejémonos ir por la ruta de la intimidad, que nadie ingrese más a nuestro hogar queriendo llevarse todo. Somos como gemelos que serán paridos por la rabia y la angustia que consume al dolor. Al salir,de aquí no estaremos unidos por la piel, tu irás por un lado, yo gritaré adentro, rasguñaré las paredes del útero que alguna vez nos conjugó.
Mírame siempre, los ojos aun no se secan, viven en ti, se ríen de mi, duermen tranquilos en tus manos, que miro y miro hasta suponerlas sobre mi. Dime, ¿crees que haría más daño del que me he hecho? es que tengo la fiebre de las palabras que nacen por ti. juego a que aun andas por ahí, en las escaleras jugando, bajo el marco de la puerta, esperándome para salir al mundo.
Tengo un todo que escasea, solo para ti.
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