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Alexander (más cartas)

Cada vez que voy a empezar una carta como esta, recuerdo la promesa que me hice; pero es tan difícil cumplir con guardar la distancia entre los dos, más cuando sé que la vida ha querido unirnos, pero el hombre lucha por separarnos. Quiero decirte mil veces ven, invocar tu nombre sin rabia, tenerte en casa guardando los tesoros que nos prometimos. Tengo la sangre oscura y la piel helada, siento que me ahoga la rabia de mis días de impotencia.

Creo que hacerte cartas que jamás vas a leer, es la única forma que tengo de alimentar el alma, y es que me parece extraño no verte para decirte de frente que aun, en mi, se mantiene intacto el último beso, por fortuna el tiempo, siempre tardío, juega con nuestro fantasma en la cama, llevo la cruz de aquellos que suben a nuestras cabezas para ver del otro lado del muro. Amigo, no puedo darte minutos de gloria, pero sí días de vicios no tan empalagosos.

Hagamos el ultimo pacto, ya sin argollas y fiestas, dejémonos ir por la ruta de la intimidad, que nadie ingrese más a nuestro hogar queriendo llevarse todo. Somos como gemelos que serán paridos por la rabia y la angustia que consume al dolor. Al salir,de aquí no estaremos unidos por la piel, tu irás por un lado, yo gritaré adentro, rasguñaré las paredes del útero que alguna vez nos conjugó.

Mírame siempre, los ojos aun no se secan, viven en ti, se ríen de mi, duermen tranquilos en tus manos, que miro y miro hasta suponerlas sobre mi. Dime, ¿crees que haría más daño del que me he hecho? es que tengo la fiebre de las palabras que nacen por ti. juego a que aun andas por ahí, en las escaleras jugando, bajo el marco de la puerta, esperándome para salir al mundo. 

Tengo un todo que escasea, solo para ti.

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Espacial

Ilustración de  Raffaele Marinetti El espacio entre los dos puede llamarse distancia, pueden denominarlo lugar, tú tal vez le dirás no lugar, yo le digo tiempo. Tiempo que atraviesa atmosferas, que se carga de energía, que también es compás y pista de baile. Ese espacio que ahora es tiempo también es dueño de la piel, le plancha sus pliegues de extremo a extremo, se hunde en ella, la moja y la bautiza con los linajes infinitos de la humanidad. Ese espacio invisible como pisadas de reloj, susurra el monólogo del sexo, te llama por tu nombre, te pide que no le sueltes, que le muerdas y que le beses, que le reclames con la mirada los papeles indivisibles de una magistral actuación. Ese espacio que es tiempo viene por ti y por mí, nos captura en el imposible descanso del placer y en el exceso llama al sudor, se prende del pecho agitado que busca el cielo, intentando encontrar en él los picos más altos de una paz de nieve, de blanco orgasmo, de líquido y tórrido orgasmo. ...

Alguien Tiene La Culpa

No te alcancé en los aeropuertos, no vine por ti al truco de los sueños, tampoco te cité en la oscuridad de los museos, no hubo latidos míos rodando en el suelo. Llegaste a la madrugada, tus botas puntuales a la nieve helada, mientras tu abrigo travieso con el viento bailaba, el abrazo de nosotros ni el terraplén alcanzaba. Existen dudas, millones de preguntas, estrellas que confundo con plumas, y plumas que los ángeles traviesos lanzan sobre mis lágrimas caducas. Volaste y borraste desde el cielo el rastro ardiente de tu alma en mis entrañas, soltaste de la rama las semillas más extrañas, arrugaste el manto fértil que forma la telaraña. Ahora la viuda ha matado al poema, las letras no quieren existir, para decir lo que hay que decir, las luces apaga y cierra violenta la puerta, no sabe que sigue, ni lo que hay por venir.

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