Mis manos siguen tan frías, que no tengo más remedio que sentarme a escribir. Voy y vengo entre esos lugares nuestros, lugares que nos dejaron al descubierto frente a la ingenuidad del universo. Me cuesta respirar, debe ser por la necesidad infantil de querer sentirte conmigo, aquí y ahora. No quisiera que el tiempo siga contando mis últimos momentos, sé que me queda muy poco tiempo para seguir agarrada de tu mano, tus ojos me han despachado y tus besos dejaron en mi el terrible dolor de la despedida. Cómo te extraño, extraño el día en que me viste toda yo y toda tuya para siempre. Escribo porque sé que algún día bajarás de allí para leerme, para averiguar que sentía yo por ti. Y sí, además de extrañarte desde siempre, te amé inagotablemente. ¿Sabes algo cariño? ya perdí la cuenta de las veces que he soñado contigo, y siento tus brazos como una extensión de mi ser y siento tus besos aun cuando despierto y miro tu espacio y muero por refugiarme en tu costado. Pero me quedo ...