Una historia contada con los latidos, una presencia que aun no llega pero que siento con el dolor que dejan las partidas, lo pienso, lo recuerdo, lo extraño y voy tomando un nuevo tren. De pensarlo ya ni lo puedo soñar, estoy habitando entre la risa y la nostalgia, el poder de las palabras jamás pronunciadas que forman cadenas inquebrantables y ahí me tienen, en usted, en su fantasma. Puedo suponer su mirada, pero jamás encontrar un tiempo que nos conjugue, como los verbos que se transforman al encuentro de palabras malintencionadas. Rezo por la libertad de su alma, rezo porque algún día se interne tanto en el bosque que pierda el sentido de lo estúpidamente humano y se vuelva animal, es el placer de la naturaleza que fluye entre la piel y la sangre, la cacería que nos maltrata y nos obliga a la redención. Cuando el cielo es imposible lleno de blancos cortejados por los verdes que coquetean serpenteando desde las montañas, lo hago real, identifico su aroma, lo ignoro y me cuesta no...